sábado, 1 de febrero de 2014

Bianca






“En la quietud mordaz de la penumbra, sus brazos florecían como jazmines lascivos”


Era la frase que repetía a cada instante, llevándome casi al borde del hastío, la repetía una y otra y otra vez, como un estribillo…

Acercándome a ella le susurre al oído -le disgustaban los sonidos fuertes-

- Cuéntame, que te ha sucedido? Porque repites eso una y otra vez?

- Están cerca, intentando llevarme, promete que no se los permitirás, promételo!

Me lo dijo con el miedo en sus ojos, y aferrándose con sus uñas como garras a la silla donde se sentaba, pude sentir su espanto, tanto que se sentí un molesto escalofrío recorrer mi espalda

- Está bien, está bien –dije sacudiéndome- pero sería oportuno decirme de quien debo yo protegerte

- De los difuntos, las ánimas del purgatorio…  -murmuró con voz trémula-

- Tonterías! mírate, ya tienes edad como para dejar de creer en esas bobadas

- No, esta vez es cierto, te lo contaré:

Salía de mi casa como todos los días camino al trabajo, los mismos colores, los vecinos de todos los días, mi maltrecho coche rojo. El cielo con ese tono tan profundo me producía satisfacción y felicidad. Ese día disponía de tiempo, así que iba camino al cementerio, para colocar unas flores en la tumba de mi madre, y arreglarla un poco. Compré las flores, esos claveles rojos que a ella le encantaban, y bueno, estaba arrodillada en su tumba, recortando los tallos de las flores cuanto sentí una espesa oscuridad que me rodeaba, pensé que me estaba quedando ciega, nunca había estado en una situación similar…

 Sus mejillas rosadas aun mantenían su color, pero era como una muñeca, sin vida, dio un suspiro, recitó el estribillo y una larga pausa

-Bianca? Continua, por favor

- Ese momento de penumbras me pareció un siglo, fue un segundo en el espacio donde me encontraba. –recordé de pronto mis clases de meditación, el vacio astral del que me hablaban vino a mi mente- luego, -siguió- en esa negrura un rayo de luz azul rasgó la pesada tela de la oscuridad, como si un ángel cortara con su espada aquella penumbra, tal vez fuera mi madre, Extrañamente me sentía sin peso, flotando en ese índigo intenso y fue entonces cuando comencé a verlos… -cantó su estribillo y su respiración se agitó- Eran cadáveres, que emergían de sus tumbas quebrando la quietud de esa Bruna. Parecían ramilletes de jazmines blancos que se encendían horadando las sombras. No sentía temor, era como si todo estuviera en su lugar. Los cadáveres-jazmines comenzaron a seguirme y a rodearme, a obstruirme el paso, repitiendo a coro el estribillo como un lamento. Fue entonces cuando sentí el primer tirón, una mano descarnada había arrancado mis dedos y se los llevaba a la boca absorbiendo el azul. Luego siguieron mis cabellos, mis brazos, mis ojos, todo mi cuerpo fue motivo de un festín en azul que encendía sus maltrechos esqueletos. Cuando quise levantarme…

- Señor, la hora de visitas ha terminado, si es tan amable, el médico necesita hablar con usted, sígame, las enfermeras se harán cargo de Bianca

Me guiaron por un estrecho corredor, todo pintado de blanco, por un momento pensé que así debe verse el camino del que hablan quienes regresan de la muerte, a cada tanto había puertas de metal con ventanitas para mirar el interior, a mi paso pude ver esas celdas; paredes acolchadas y personitas sumergidas en un vaivén de locura

-Es acá –me dijo-

-Ah, si gracias

-El doc saldrá pronto, mientras tome asiento

Me senté en una silla al frente de la puerta del “doc” como lo había llamado la enfermera, mi mente divagaba, “En la quietud mordaz de la penumbra, sus brazos florecían como jazmines lascivos”, el estribillo ya no era solo de Bianca, vaya, esta chica me lo ha metido a la cabeza, me dije esbozando una ligera sonrisa.

Un hombre robusto y de mi estatura abrió la puerta, me invitó a pasar; El cambio de ambiente resultaba chocante, ahí adentro había libros, las paredes color beige tapizadas de títulos, un escritorio de madera fina…

-Usted es el novio de Bianca, cierto?

-Si, lo soy, dígame, como se encuentra?

-Mire, el caso de su novia es realmente extraño, luego de revisar los exámenes que le practicamos no hemos notado ningún indicio de algún desorden mental, sin embargo, su comportamiento por momentos revela un severo caso de esquizofrenia

-Pero, no me ha dicho que no tiene nada?

- Es por eso mismo, un caso paradójico, mi recomendación es que Bianca continúe con nosotros unas semanas más, mientras se verifican los resultados de los exámenes

Deseaba salir corriendo con Bianca en mis brazos, pero yo no podía atenderla si algo llegara a suceder, así que accedí

- Bien, entonces por hoy eso es todo, puede venir a visitarla cuantas veces desee

- Muchas gracias, hasta pronto  

Salí con un gesto de inconformidad en el rostro, cerrando la puerta detrás de mí, y volviendo al inmaculado corredor en el que estaba, me encegueció la luz del sol y mi cuerpo se estremeció, dudé en seguir caminando pero mi celular había comenzado a timbrar... 


Han pasado ya 3 meses, y los doctores dicen que Bianca aun no debería salir, mientras tanto, a cada visita la noto más lánguida y pálida, diría que casi se funde con el eterno blanco de esas paredes, como es eterno el estribillo que está en nuestras mentes día y noche... día y noche...


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