“En la quietud mordaz de la penumbra, sus brazos florecían
como jazmines lascivos”
Era la frase que repetía a cada instante, llevándome casi al
borde del hastío, la repetía una y otra y otra vez, como un estribillo…
Acercándome a ella le susurre al oído -le disgustaban los
sonidos fuertes-
- Cuéntame, que te ha sucedido? Porque repites eso una y
otra vez?
- Están cerca, intentando llevarme, promete que no se los
permitirás, promételo!
Me lo dijo con el miedo en sus ojos, y aferrándose con sus
uñas como garras a la silla donde se sentaba, pude sentir su espanto, tanto que
se sentí un molesto escalofrío recorrer mi espalda
- Está bien, está bien –dije sacudiéndome- pero sería
oportuno decirme de quien debo yo protegerte
- De los difuntos, las ánimas del purgatorio… -murmuró con voz trémula-
- Tonterías! mírate, ya tienes edad como para dejar de creer
en esas bobadas
- No, esta vez es cierto, te lo contaré:
Salía de mi casa como todos los días camino al trabajo, los
mismos colores, los vecinos de todos los días, mi maltrecho coche rojo. El
cielo con ese tono tan profundo me producía satisfacción y felicidad. Ese día
disponía de tiempo, así que iba camino al cementerio, para colocar unas flores
en la tumba de mi madre, y arreglarla un poco. Compré las flores, esos claveles
rojos que a ella le encantaban, y bueno, estaba arrodillada en su tumba,
recortando los tallos de las flores cuanto sentí una espesa oscuridad que me
rodeaba, pensé que me estaba quedando ciega, nunca había estado en una
situación similar…
Sus mejillas rosadas
aun mantenían su color, pero era como una muñeca, sin vida, dio un suspiro,
recitó el estribillo y una larga pausa
-Bianca? Continua, por favor
- Ese momento de penumbras me pareció un siglo, fue un
segundo en el espacio donde me encontraba. –recordé de pronto mis clases de
meditación, el vacio astral del que me hablaban vino a mi mente- luego,
-siguió- en esa negrura un rayo de luz azul rasgó la pesada tela de la
oscuridad, como si un ángel cortara con su espada aquella penumbra, tal vez
fuera mi madre, Extrañamente me sentía sin peso, flotando en ese índigo intenso
y fue entonces cuando comencé a verlos… -cantó su estribillo y su respiración
se agitó- Eran cadáveres, que emergían de sus tumbas quebrando la quietud de
esa Bruna. Parecían ramilletes de jazmines blancos que se encendían horadando
las sombras. No sentía temor, era como si todo estuviera en su lugar. Los
cadáveres-jazmines comenzaron a seguirme y a rodearme, a obstruirme el paso,
repitiendo a coro el estribillo como un lamento. Fue entonces cuando sentí el
primer tirón, una mano descarnada había arrancado mis dedos y se los llevaba a
la boca absorbiendo el azul. Luego siguieron mis cabellos, mis brazos, mis
ojos, todo mi cuerpo fue motivo de un festín en azul que encendía sus
maltrechos esqueletos. Cuando quise levantarme…
- Señor, la hora de visitas ha terminado, si es tan amable,
el médico necesita hablar con usted, sígame, las enfermeras se harán cargo de
Bianca
Me guiaron por un estrecho corredor, todo pintado de blanco,
por un momento pensé que así debe verse el camino del que hablan quienes
regresan de la muerte, a cada tanto había puertas de metal con ventanitas para
mirar el interior, a mi paso pude ver esas celdas; paredes acolchadas y
personitas sumergidas en un vaivén de locura
-Es acá –me dijo-
-Ah, si gracias
-El doc saldrá pronto, mientras tome asiento
Me senté en una silla al frente de la puerta del “doc” como
lo había llamado la enfermera, mi mente divagaba, “En la quietud mordaz de la
penumbra, sus brazos florecían como jazmines lascivos”, el estribillo ya no era
solo de Bianca, vaya, esta chica me lo ha metido a la cabeza, me dije esbozando
una ligera sonrisa.
Un hombre robusto y de mi estatura abrió la puerta, me
invitó a pasar; El cambio de ambiente resultaba chocante, ahí adentro había
libros, las paredes color beige tapizadas de títulos, un escritorio de madera
fina…
-Usted es el novio de Bianca, cierto?
-Si, lo soy, dígame, como se encuentra?
-Mire, el caso de su novia es realmente extraño, luego de
revisar los exámenes que le practicamos no hemos notado ningún indicio de algún
desorden mental, sin embargo, su comportamiento por momentos revela un severo
caso de esquizofrenia
-Pero, no me ha dicho que no tiene nada?
- Es por eso mismo, un caso paradójico, mi recomendación es
que Bianca continúe con nosotros unas semanas más, mientras se verifican los
resultados de los exámenes
Deseaba salir corriendo con Bianca en mis brazos, pero yo no
podía atenderla si algo llegara a suceder, así que accedí
- Bien, entonces por hoy eso es todo, puede venir a
visitarla cuantas veces desee
- Muchas gracias, hasta pronto
Salí con un gesto de inconformidad en el rostro, cerrando la
puerta detrás de mí, y volviendo al inmaculado corredor en el que estaba, me
encegueció la luz del sol y mi cuerpo se estremeció, dudé en seguir caminando
pero mi celular había comenzado a timbrar...
Han pasado ya 3 meses, y los doctores dicen que Bianca aun
no debería salir, mientras tanto, a cada visita la noto más lánguida y pálida,
diría que casi se funde con el eterno blanco de esas paredes, como es eterno el
estribillo que está en nuestras mentes día y noche... día y noche...
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