La
lista de reproducción en su celular se hallaba en la última
canción, Él, a oscuras, recostado en su cama boca arriba movía los
labios dibujando con ellos cada una de las palabras, cási
saboreándolas; le gustaba adoptar la postura que un cadáver tiene
en su ataúd para pensar en ciertas cosas.
Y
ahí estaba: rígido, con las manos cruzadas sobre el pecho;
probablemente pensaba que al simular ser un muerto, sin
preocupaciones, sin agendas ni horarios podría de cierta manera
aislarse del mundo y pensar.
Cuando
la última canción se hallaba por finalizar dando su último verso:
"Is that alright with you?" algo dentro de sí despertó
sus ganas de salir corriendo, ah si! y gritar, y maldecir a diestra y
siniestra... No pudo. No fue capaz de hacerlo aquella noche, culpó
al frío y la llovizna el hecho de no haber salido a hacer lo que
quizo. Era la primera vez que este sentimiento le surgía, pero no le
dió importancia. Durmió y fue la noche primera.
La
mañana siguiente, al despertar por los gritos de la alarma fue a
mirarse en el espejo, "puede que hoy sea un hombre distinto al
de ayer"-se dijo-. Miró profunda y meticulosamente en sus ojos
buscando algún cambio en ellos, creía firmemente que eran el espejo
del alma, y pensó, "si hoy soy otro hombre algo debería haber
cambiado aquí dentro..." Media hora estuvo buscándose a sí
mismo en el espejo, media hora inclinado como quien ve por la mirilla
de la puerta cuando alguien golpea en ella. Al final y cansado de
buscarse salió a trabajar.
Esa
noche también se recostó entre muerto y meditabundo a pensar
nuevamente, recordaba nítidamente su reflejo en el cristal esa
mañana. Había imaginado tener un gemelo, alguien físicamente igual
a Él pero diferente en todo lo demás. Imaginó que este gemelo
podría ayudarlo con sus crisis, despúes de todo lo conocía, ambos
se conocían, lo había visto cada mañana en el reflejo desde que
era un niño.
Deseó
con tantas ansias hablarle, y pensaba que tipo de charla podrían
entablar ellos dos, esta vez imaginó su reflejo bajo otro ángulo,
dándole las espaldas. Él iría a tocarle el hombro mientras
hablaba, esperando un consejo de su parte.
-
Mira, ambos nos conocemos, necesito alguna palabra de aliento, un
consejo, una bofetada si hace falta. (suspiró) siento que mi vida se
encuentra en pedazos, no tengo idea de como llegué a este punto, o
como reconstruir lo que había tenido, ni siquiera de por donde
empezar. Tú que me conoces, dame un consejo para sobrellevar esta
carga que me aturde por momentos.
-
Tres -contestó el reflejo y dio media vuelta para mirarlo fíjamente-
Le
sorprendió que el reflejo hablase, y más aún que la respuesta sea
un número.
-
Tres? es eso una calificación, si lo es dímelo. En que puedo
mejorar? Qué estoy haciendo mal?
-
Tres -volvió a contestar, dió otra media vuelta quedando de
espaldas-
"Deberían
verme" -se dijo-, "aquí, simulando una conversación con
un yo que probablemente no existe, y qué hago? hacer que responda
una sola palabra, cuanta elocuencia de mi mente."
El
despertador profería alaridos nuevamente. Eran las 7 am del día
segundo. Esta mañana lo único que se le ocurrió cuando miró su
reflejo es sacar su dedo medio y sonreír sarcásticamente mientras
se lo mostraba. Estaba consciente de que aquello era un sueño que
surgió de los pensamientos a los que le llevo la meditación del
sopor consciente, sin embargo su mente repetía la palabra tres, aún
sin que fuese su voluntad. La dichosa palabrita había martillado el
día entero su cerebro... "tres, tres, tres..."
Llegada
la noche y después de un té de hierbas se dispuso nuevamente a
divagar con su reflejo, primero para disculparse con Él por el gesto
rudo de la mañana, y segundo a ver si esta vez cambiaba de discurso,
o de número al menos...
-
Oye, disculpa lo de esta mañana, debes comprender el manojo de
nervios en el que me he convertido desde que tengo esta serie de
problemas, y precisamente por ello, para intentar resolverlos pensé
que me vendría bien un consejo de alguien que me conoce de tanto
tiempo. No sé que hacer ahora con mi vida, es un hecho, pero al
menos tengo alivio pensando que me escuchas, de esta manera puedo
liberar un poco el estrés que llevo a cuestas. Por favor dime algo,
ayúdame a sobrellevar mi existencia.
El
reflejo se encontraba tal y como se había quedado en la última
ocasión: dando las espaldas. Había escuchado pacientemente todo el
discurso sin mover ni un pelo. Cuando el reflejo sintió que habían
terminado las quejas, y que cada nueva palabra solamente demandaría
una respuesta por su parte dió media vuelta para ver de frente a su
interlocutor.
-
Tres -le dijo-
Pero
esta vez no dio media vuelta, simplemente se quedó mirando al frente
y sonriendo de medio lado.
-
Tres nuevamente?! Basta! quize encontrar un aliciente a mis penas
contigo, pensé que me ayudarías al ser una parte de mí, pero
estuve equivocado, incluso mi mente ha jugado conmigo!
Se
encontraba paranóico, vociferaba cada insulto conocido mientras se
arrancaba los cabellos de rabia... en esto una nube gris, similar a
la neblina iba cayendo mientras Él sentía que su voz se apagaba con
cada segundo que transcurría, quizo seguir gritando, pero sus
esfuerzos eran inútiles. Todo se apagó.
Abrió
los ojos hasta casi salírsele de las órbitas y soltó un grito
cortado. Lo anterior había sido un sueño, igual que la vez pasada.
No había amanecido aún ya que todo estaba muy oscuro, le
reconfortaba saber que tendría unas horas más de descanso hasta que
el día siguiente arribara.
Y ahí
estaba, en silencio, en su posición de muerto meditando, con los
ojos abiertos, escrutando el oscuro, cuando a su nariz le llegó un
olor a húmedo, a tierra mojada. Pensó que podrían ser sus zapatos,
que los había traído mojados anoche y debieron estar llenos de
lodo, así que se dispuso a levantarse para llevarlos fuera de la
habitación y así eliminar el olor desagradable. Al mover los brazos
para estirarlos antes de levantarse como hacía habitualmente sintió
el contacto de su mano con algo frío y liso, "El espejo"
-pensó-. Siguió recorriendo con sus manos para buscar la forma
rectangular del que él muy bien conocía, tenía un tamaño
aproximadamente de la mitad de su cuerpo, de modo que el reflejo
abarcaría desde su cintura a su cabeza, tal como el espejo de su
baño. "Pero, que hace el espejo a esta distancia y en mi cama?
De qué manera está sostenido?" le vinieron ideas de un espejo
colgante, una broma de sus amigos que probablemente lo habían
espiado mientras escrutaba su reflejo.
Con
la rabia y el susto del momento cubrió su cara con una mano, y con
la otra golpeó lo que creía era el espejo, el cual se destrozó en
filosos fragmentos que le cayeron encima. Intentó nuevamente
sentarse, estiró las manos al frente y tocó una especie de pared
cóncava y de madera, la recorrió con las yemas de los dedos
cuidadosamente, de lado a lado y notó que le rodeaban el cuerpo,
como si estuviese en una caja... "Un ataud!" contuvo el
grito de terror al darse cuenta que estaba dentro de un ataud, lo
habían sepultado vivo! El horror de tal descubrimiento hizo que
gritase con todas sus fuerzas y se retorciera buscando la manera de
salir de esa prisión para muertos, poco le importaba los profundos
cortes que tenía por los fragmentos del cristal, solo deseaba salir,
pero no podía, no había manera de abrir la tapa. Gritó hasta que
su voz se rompió, hasta que sus prendas estuvieron húmedas por la
sangre de las heridas, hasta que sus fuerzas no le dieran para más.
Lloró infinitamente por haberle dedicado tanto tiempo a la
meditación de los problemas y tan poco tiempo a trabajar para
solucionarlos. Lloró por su familia, por sus amigos, y porque su
corta vida terminaría ahi dentro. Ahogó sus gritos en el frío de
la sangre derramada... y durmió eternamente.
Su
lápida dice: día 03/mes 03. El año no es importante.