sábado, 5 de abril de 2014

Alicia, ¿A qué sabe la sangre?



No me cabe la menor duda, el bulto tembloroso que se recoge en esa esquina es Alicia, mi mejor amiga, solo la distingo como una enredadera de brazos y piernas envuelta en una bata blanca, recogida, sudorosa, temblando. Intenté acercármele para ayudarla, mas su reacción fue un grito apagado acompañado de sollozos y balbuceos, lo único que pude oír en medio de llantos fue un “… no, déjame”


No tengo idea del porque estoy en esta habitación, ¿Una broma de mis amigos? ¿Intentaron secuestrarme?; Todo lo que veía a mi alrededor relucía de un blanco profundo, se asemejaba mucho a un quirófano, las luces, los utensilios médicos… si no fuera por esas repugnantes marcas de manos ensangrentadas en las paredes podría jurar que van a operar a Alicia, y que estoy aquí para ofrecerle mi apoyo; El lugar está inundado de un olor herrumbroso y profundo que reconocí de inmediato, ese hedor penetrante era ni más ni menos que sangre fresca…

Volviendo a mi situación, ¿Qué hago yo con ese escalpelo en mi mano? Reluce tanto como todos los demás instrumentos de aquel lugar. Perturbado por la imagen de mi mismo sosteniendo prácticamente un arma lo dejé caer el al piso, y en ese silencio, el ruido que produjo fue ensordecedor, como grandes campanas que me tocaran al oído, en el suelo el bisturí brillaba, abstraído lo miré por un buen tiempo, hasta que de reojo pude ver una diminuta tilde color vino en mi ropa, que al enfocar mejor mi visión no era la única, al lado había otra, y otra, una más grande, cuando me logre ver por completo… ¡Estaba bañado en sangre!. Dios mío, Susurre, que me ha pasado…

Aterrorizado por mi propia imagen empapada, caí de rodillas al suelo, y empecé a enlazar un recuerdo con otro… imágenes a gran velocidad atravesaban mi mente, veía bisturís, cortes, escuchaba gritos desesperados y sollozos ahogados en sangre; Todo esto me erizaba la piel y hacia que casi me desmayara; Nunca fui tolerante a la sangre, odiaba el verla, el percibirla… es por eso que una imagen me llenó de sorpresa. Me veía a mí mismo, degollando a una niña, cuando un chorro de líquido saltó a mis labios, lo saboree, era dulce, ligera y metálica, me sorprendió de sobremanera que el sabor me resultara agradable y me llenara de bríos.

De un golpe abrí los ojos, y recordé con la velocidad de un rayo las razones de mi estadía en aquel lugar. Estiré mi mano para recoger el bisturí del piso, y con gesto felino me incorporé, decidido, tomé a Alicia por el cuello y la levanté a unos centímetros del piso, ella se retorcía por la falta de aire, me golpeaba en un inútil intento de escapar; La violencia de mis actos combinada con la desesperación de Alicia por soltarse hicieron que la bata que llevaba se suelte y caiga al piso. En ese momento, con una mano en su garganta, y en la otra el bisturí, grité resuelto a hacerlo…

El despertador anunciaba la mañana, desperté aparatosamente enredado entre las mantas, vaya, un extraño sueño, pensé… me incorporé en mi cama con un cansancio enorme, y levantándome lentamente me dirigí al baño, al abrir la puerta y verme en el espejo me llevé un gran susto, mi cara tenia moretones y rasguños, me acerqué a mirarme más detenidamente, y me vi, con unos labios color vino-violeta y el sabor metálico en mi boca.

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